—No me digas —le atajó su hermana— que vas a ir a la casa de los Martell a por eso del anuncio.
—Pues sÃ, eso es lo que pienso hacer.
—¡Alan! Que hace cuatro años eras un estudiante, pero hoy eres todo un arquitecto y trabajas de firme. No necesitas pluriempleo.
Alan contempló el anuncio circundado por la raya roja que él mismo habÃa trazado.
—No, ciertamente. No voy por ganar dinero. Pero siento una tremenda curiosidad. Era muy linda aquella jovencita. ¿Cuántos años tendrÃa?
—¡Alan!
—¿Qué pasa, Katty? No te pongas asÃ. Me gustaba ver su felicidad.