Carl Reilly lanzó una sarcástica mirada a través del ventanal. A pocos metros, de pie en la acera, se hallaba su amigo Thomas Blake, besando la mano de Amy Lacigny y saludando respetuosamente al muy opulento mÃster Lacigny. Carl vio cómo Thomas abrÃa la portezuela del elegante automóvil, y cómo Amy, con una sonrisa que por sà sola era una invitación, se despedÃa de Thomas. Vio también que mÃster Lacigny se sentaba ante el volante y con su mano enguantada saludaba a su amigo. Carl sonrió. Allà tenÃa Thomas una buena oportunidad. Antes de sentarse nuevamente ante su mesa de trabajo, aún miró hacia la calzada.