—Cambiemos de disco. Oye, ¿no te ha seguido hoy el desconocido?
Marieu se echó a reÃr.
Era muy hermosa. TenÃa el cabello negro y brillante peinado, a la moda, corto y ahuecado. Los ojos verdes, de un verde oscuro y penetrante, la boca más bien grande, firme el busto, erguido y arrogante. Esbelta, muy femenina. VestÃa a la última moda y nadie al verla hubiera pensado en sus dos hijos, ni en su puesto de secretaria en una oficina.
—¿De qué te rÃes?
—De tu pregunta. SÃ, me siguió como todos los dÃas. Desde que una mañana lo vi aparecer en la puerta del café.