La casa-palacio de los Santelmo era como una maldición para el pueblo de Vitorel, que no perdonaba. Los niños no jugaban en aquella plaza, y si lo hacÃan, alguien los alejaba de allÃ, señalando con desprecio el palacio de grises muros tras los cuales se habÃa ocultado el pecado. Olga comprendÃa ahora todo aquello, la actitud de su padre, taciturno, hosco, la frivolidad de su madre que se morÃa poco a poco en el antiguo palacio, su huida un dÃa cualquiera olvidando deberes, esposo e hija. Pero..., una vez más se preguntaba, ¿tenÃa ella la culpa de que su madre deseara vivir bajo nuevos horizontes?