¡Era muy guapa! No, guapa, no. Atractiva. TenÃa algo en los ojos. ¡Qué azules eran! Y la bocaÂ… ¡Qué boca! Bueno, serÃa grato perder allà la suya.
Se asustó. «¿Qué piensas, Adolfo? ¿Desde cuándo eres tú un sádico?»Sin poderlo evitar pensó en sus aventuras. ¡Sus aventuras americanas, inglesas, alemanas, rusas…!
«El complejito». SÃ, quizá tuviera complejos de timidez con las amigas de su madre, peroÂ… La culpa de ello la tenÃa la sociedad. Las mujeres audaces, su falta de mundologÃaÂ… «Trabajé demasiado, pensó con desaliento. Toda la vida estudiando. Se me olvidó la forma de divertirme».