La joven sonrió y Pedro quedó suspenso. ¿Sin dientes? ¡Diantre! Los tenÃa todos y eran de una belleza extraordinaria. Y aquellos hoyitos en las mejillas que se formaban al sonreÃr... Decididamente no era una chica fea. Si acaso un poco pálida su belleza, inexpresiva... La miró de soslayo mientras ella estrechaba su mano con gentil sencillez.
TenÃa un cuerpo delgado y era alta. Claro que bajo las ropas sin estética no se podÃa apreciar con precisión; mas de cualquier forma que fuera no era gordita... —Encantada de conocerle, señor Olaizola —dijo suavemente.