—¿ConfÃas en las mujeres como ingenieros navales? —preguntó sin levantar los ojos de la carta de recomendación.
Jean Dewi meneó la cabeza dubitativo.
No lo sabÃa.
En aquellos astilleros de los cuales Roger era director desde hacÃa cosa de un año y el subdirector desde hacÃa seis meses, habÃa más de siete mujeres ingenieros y delineantes. Incluso habÃa una chica monÃsima, por la cual él suspiraba en secreto, que era arquitecto.
—Pues, sà —dijo—. ¿Por qué no? Además ten presente que a Lorna Berger la recomienda un accionista de los mejores.
Claro, se decÃa y luego se preguntaba ¿por qué?
Qué relación tenÃa aquel accionista con Lorna.
Dejó la carta a un lado y miró ante sÃ.
Muchas cosas le parecÃan a él que pasaban ante sus ojos.
Mil recuerdos.
Mil añoranzas.
¿Era el destino quien traÃa a Lorna a aquellos astilleros?