—Papá está satisfecho de esta boda. —Se volvió rápidamente y clavó sus vivos ojos en la faz inalterable de Marisa—. ¿Y tú, querida, lo estás?
Marisa desplomándose sobre el sofá, apretó las manos entre las rodillas y dijo nerviosamente:
—Papá está satisfecho, SofÃa. Lo demás, ¿qué importa?
—¡Cielos! —saltó SofÃa, fuera de s×. Lo único que importa eres tú —No. Papá me dijo que Nicky me amaba y deseaba hacerme su esposa. Yo le dije que no le amaba y Dale repuso que el amor era una soberana bobada.
SofÃa, de pie en medio de la estancia, parecÃa un juez severÃsimo.
—¿Y te callaste?