Llevaba cuatro años de médico en su ciudad natal, especializado en pulmón y corazón, por las mañanas en el ambulatorio de la Seguridad Social y por las tardes en la clÃnica particular de su padre, con el cual trabajaba, por tanto, por un lugar y por otro habÃan pasado montañas de personas y una pudo ser aquélla.
—Un café —pidió Mónica RÃos recostándose en el mostrador.
Freddy se acercó y se apoyó junto a ella.
—Dos —dijo.
Mónica lo miró y sonrió mostrando unos dientes blancos y nÃtidos.
Freddy tuvo la sensación de que en otro lugar del paÃs y en otro momento muy distinto, alguna chica como aquélla, o aquella misma le habÃa sonreÃdo asÃ.
—¿Nos conocemos?
Mónica meneó la cabeza denegando.
—A no ser por vernos todos los dÃas haciendo deporteÂ…