—¿Más tranquila, Molly? —preguntó Rex amable.
Siempre parecÃa que le movÃa la cortesÃa, pero Molly dudaba de ello. Quizás como muchos otros intentaban apoderarse de la carne magullada que, a no dudar, serÃa más barataÂ…
—Lo intento —dijo cruzando las piernas y colocando el bloc en las rodillas.
—Sin duda tu novio no te merecÃa —decÃa Rex apacible.
—Yo le querÃa y no tengo por qué ocultarlo. Siento que el suceso sea del dominio público.
—Un dominio público reducido —adujo Rex serenamente—. Al fin y al cabo lo sabemos en esta asesorÃa porque llevas trabajando aquà un montón de años. Pero lejos de estas paredes y estas oficinas, tu caso es uno más. Y hay demasiados casos parecidos al tuyo —y de súbito, sin transición—. Me gustarÃa invitarte a comer conmigo esta noche, si es que no tienes compromiso.