Keka frenó su auto frente al quinientos siete de Grooper Street. Aplastó las manos enguantadas en el volante y miró sonriente a su amiga.
—¿Es aqu� —preguntó Diana con acento divertido—. ¿Estás segura, Keka?
—SegurÃsima.
Diana empequeñeció un poco los ojos.
—No me digas que has venido más veces.
—Seguro.
—Hum. ¿Lo sabe mÃster Jones?