Se casó con Eloy a los seis meses de conocerlo. Jamás habÃa amado igual. ¡Fue tan delicioso! ¡Y aquel viaje de novios de dos meses! Sonrió tibiamente. Ningún otro hombre podÃa ser como fue Eloy durante aquellos primeros meses. Después... Suspiró. Empezaron a conocerse los defectos mutuos. No tuvieron valor, o tal vez inteligencia para disculparse uno a otro, y la llama se fue apagando hasta extinguirse totalmente. Asà acabó todo, del modo más simple; pero si hubiera que volver a repetirlo lo repetirÃa.