—A este estado de cosas. Todos, de un modo u otro, dependemos de Burt.
—Es lógico —admitió la dama sin rencor—. La tradición familiar lo impone asÃ. Recuerdo a mi padre, Hilde —dijo con nostalgia—. Era un caballero, el más famoso y galante de la corte. Y aquà vivieron mis tÃas Margaret y Annie, mi tÃo Otto y mis abuelasÂ… Este castillo fue cuna de todos los Bauerstein. Aquà vivieron y aquà murieron. Y la tradición se impone. Gracias a Dios, Burt es como mi abuelo, mi padre, generoso y noble. Y has de saber que fue el único, desde hace varios generaciones, que trabaja. Sus libros de historia se venden a precios exorbitantes. Ningún antepasado trabajó antes.