Ana Welsh, hija del muy ilustre lord Welsh, se detuvo en la terraza y lanzó una breve mirada hacia el parque. HabÃa nevado durante la noche y los setos del jardÃn aparecÃan cubiertos con una espesa capa congelada. HacÃa un frÃo penetrante, pero Ana, ilustre personaje de doce años, se cubrÃa con una hermosa pelliza, calzón de lana, gorro en la cabeza, gruesas botas cubriendo la brevedad de sus pies y enguantadas manos. Su mirada altiva recorrió el contorno y al ver a su primo Tom, le hizo una seña con la mano. El muchacho que se hallaba al lado de Tom, miró hacia la joven milady y sonrió. Era su sonrisa tenue, imprecisa, dirÃase tÃmida si Curt Perkins lo fuera. Pero Curt no era tÃmido; únicamente sabÃa el lugar que ocupaba en aquella regia mansión de la cual sus tÃos eran jardineros.