Era delicioso tener un novio a quien se le veÃa solo una hora por las mañanas y las tardes de los domingos. Después, tantas horas libres, le quedaban para coquetear con los amigos. La vida era hermosa y Maite estaba más enamorada de ella que de su novio. Claro que esto no lo sabÃa Ignacio, quien, deseoso de un fiel y continuado amor, habÃa puesto todo su interés en Maite Aguinaco.