—No, no, es rubia, de ojos azules. Parece que siempre está en otro mundo con la mirada y el pensamiento —les explicaba.
—Estamos por turnos —le decÃa aquella tarde la chica—. Unas veces nos tocan dos turnos juntos, pero eso sucede pocas veces. Además, si usted se refiere a PÃa, y por las señas que da, creo que es asÃ, pierde el tiempo.
—¿Por qué?
La taquillera era locuaz, simpática y dicharachera murmuró:
—Es asÃ. Introvertida y no es amiga de nadie. Viene de vez en cuando, cuando tiene el turno, y después no aparece por aquà hasta que vuelve a tocarle.
—¿Es casada?
—Nadie sabe nada de PÃa.
Se dio por vencido aquella vez, pero pensó que algo más ya sabÃa de ella. Al menos su nombre, suponiendo que la informadora se refiriera a la chica que él buscaba.