—Me gusta.
—¡César!
—Me gusta y la quiero. SÃ, la quiero. ¿Es pecado querer?
—Claro que sÃ. En ti es pecado.
César hinchó el pecho.
—¿Qué tengo yo para ser diferente a los demás?
—Puedes amar a una mujer del pueblo y casarte con ella, falta te hace llevar una mujer a tu hacienda. Tu hermana se casará también algún dÃa. Y tú necesitas mujer. Pero no Yola Villalta.