El hombre era joven, no muy alto, aunque ancho de hombros y fornido, y vestÃa un simple «pullover» negro, con pantalones azul oscuro. Estaba sujeto de los brazos por dos robustos marineros, que aguardaban expectantes las órdenes del capitán del Port of Moon.
Muir Conroy se preguntó qué suerte le harÃa correr el capitán del barco, en el que habÃa embarcado como polizón. Le enviarÃa a la cocina a pelar montañas de patatas, le harÃa baldear la cubierta, limpiar las letrinas... no serÃan trabajos agradables, seguramente. HarÃa las faenas más detestadas por la tripulación y tendrÃa que resignarse a sufrir humillaciones sin cuento, hasta que lo desembarcasen en algún puerto.