Dejo cien mil libras esterlinas, a cada uno de mis herederos, cuyos nombres se citan en relación aparte, bajo la condición ineludible de que cada uno de ellos pase una noche en la Cámara Negra. Si alguno de mis herederos no quiere, su parte será repartida entre los demás. Han de ser desprovistos de todo lo que pueda proporcionarles luz, incluyendo los fósforos, encendedores, linternas portátiles o cualquier otro medio de iluminación y, también, sin relojes, con o sin esfera luminosa. Sólo podrán llevarse ropas de abrigo, para evitar las consecuencias del frÃo. No utilizarán tampoco una radio portátil, por medio de la cual podrán conocer la hora. Los demás herederos, serán testigos de que el que entra en la Cámara Negra permanece en ella toda la noche, durante un perÃodo mÃnimo de doce horas, estableciendo, si asà lo desearen, turnos de vigilancia, para evitar se incumplan estas condiciones, en el bien entendido de que, si alguno quisiera salir antes, perderÃa todo derecho a su parte de la herencia.