Tendido en el suelo, sollozaba y se estremecÃa convulsivamente, invadido por un pavor que atenazaba todos sus miembros y le impedÃa la menor reacción. ¿Cómo era posible que hubiera llegado hasta allÃ?, se preguntaba una y otra vez. Aquella maldita máquina del tiempoÂ… Su invencible curiosidadÂ… HabÃa sido transportado a la época de los grandes saurios, no cabÃa la menor duda. Pero ¿qué hacÃa allà un hombre del siglo XX, acostumbrado a mil refinamientos y sin nada más que sus manos para defenderse de las mil fieras que pululaban por aquellos parajes?