Primero se negó a la propuesta escandalosa de él…
Pero poco después aceptó convertirse en su amante por dinero.
Jade Kinsgley sabe que no es ni será jamás la esposa que alguien pueda desear. No es ninguna belleza. Prefiere los libros a socializar y, ¡ah, sÃ! tiene un zorro de mascota. Por ello, cuando una situación la exhorta a buscar dinero, en vez de empezar la búsqueda de un marido, como deberÃa ser considerando entre los de su clase, comienza a buscar un amante. ¿Y qué mejor amante que aquel hombre que ya se lo habÃa propuesto en una ocasión?
James no se podÃa creer que tuviera que abandonar Londres para evitar pasar por la vicarÃa, y solo porque su cuñada no podÃa ver a alguien soltero sin querer casarlo. Tampoco se podÃa creer que le hubiera hecho una propuesta indecente a la hija de un barón sin darse cuenta de que lo era. Pero nada de lo anterior era tan tremendo como lo fue la incredulidad de recibir la aceptación a esa propuesta por parte de la misma mujer que lo habÃa rechazado en su momento.
Ser un caballero nunca fue una tarea tan difÃcil hasta que Jade decidió que James serÃa su amante. Pero él no tenÃa ninguna intención de ceder a ello, aunque el deseo dentro de sà se retorciese cada vez que la miraba y no se la pudiera sacar de la cabeza.