Para Calvino, «el cuento fantástico es uno de los productos más caracterÃsticos de la narrativa del siglo XIX y, para nosotros, uno de los más significativos, pues es el que más nos dice sobre la interioridad del individuo y de la simbologÃa colectiva. Para nuestra sensibilidad de hoy, el elemento sobrenatural en el centro de estas historias aparece siempre cargado de sentido, como la rebelión de lo inconsciente, de lo reprimido, de lo olvidado, de lo alejado de nuestra atención racional. En esto se ve la modernidad de lo fantástico, la razón de su triunfal retorno en nuestra época». El gran escritor italiano ha dividido su antologÃa en dos partes, que ordenan la sucesión cronológica de los relatos en dos clasificaciones estilÃsticas. La primera, Lo fantástico visionario, reúne a una cuidada nómina de autores –Potocki, Eichendorff, Hoffmann, W. Scott, Balzac, Chasles, Nerval, Hawthorne, Gógol, Gautier, Mérimée y Le Fanu– cuyos cuentos tienen en común, bajo la descripción de un mundo encantado o infernal, una poderosa sugestión visual. La segunda, Lo fantástico cotidiano, compuesta por narraciones más abstractas y mentales, más psicológicas, congrega a escritores tan variados y significativos como Poe, Andersen, Dickens, Turguéniev, Leskov, Villiers de lÂ’Isle-Adam, Maupassant, Vernon Lee, Bierce, Lorrain, Stevenson, H. James, Kipling y H. G. Wells.