HabÃa una gran multitud aguardando en el muelle, mientras el gran navÃo se acercaba de costado para amarrar. Los focos del puerto convertÃan la noche en dÃa, y el resplandor de los centenares de luces del trasatlántico hacÃa que las aguas, siempre sucias, lanzaran destellos opacos como heridas por mil estrellas. Delante de la multitud, un grupo de reporteros, cámaras en ristre, forzaban la mirada en busca de su objetivo. HabÃa incluso operadores de los noticiarios. Fumaban y charlaban, ajenos al barullo de la gente.