Primero llegaron los periodistas, una verdadera nube, una invasión de los más famosos columnistas de sociedad, los más sonoros nombres de la chismografÃa profesional que hacÃan latir los corazones solitarios de las solteronas, las frustradas, las camareras y las frÃgidas de todo el paÃs. Invadieron los hoteles de segunda categorÃa y establecieron sus reales en espera del gran acontecimiento. Los fotógrafos gastaron kilómetros de pelÃcula fotografiando los grandes palacios hoteleros reservados para la inmensa multitud de invitados que pronto empezarÃan a llegar.