McBain miró en torno con una mueca. —Señor HavillandÂ… El anciano se volvió hacia él, apartándose de la mesa. —¿SÃ, teniente? —Usted dice que el intruso estaba en las escaleras cuando lo descubrió. ¿SubÃa o bajaba? —Supongo que se disponÃa a subir, sólo que hizo ruido y yo le oà desde aquà y salÃ. El vestÃbulo apenas tenÃa luz, pero pude verle bienÂ… era un hombre alto, de cara aplanada, si entiende lo que quiero decirÂ… —Aplanada —repitió McBain, desconcertado. A un lado, Steve Gray tomaba notas en un arrugado cuaderno.