Verano en rojo de Berna González Harbour
de
Berna González Harbour
- Género:
Ficcion
Sinopsis
Madrid, verano de 2010. Corren los dÃas del Mundial de fútbol y, mientras los ojos de todos están puestos en los tortuosos avances del equipo de España en Sudáfrica, la comisaria MarÃa Ruiz se enfrenta a un tenebroso crimen: un joven ha aparecido asesinado. Sin identidad visible. Sin pistas aparentes. Sin móvil. Mujer atractiva, concienzuda y tenaz, MarÃa iniciará una investigación que se complicará cada vez más.
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Fantástica la primera novela de la comisaria Ruiz. Intrigante principio que se va bifurcando en otros personajes con historias de pasados envueltos en dolor y dureza. Enigmático arranque que se va haciendo cada vez más misterioso porque cambian los escenarios, y el lector, apasionado, los sigue impaciente tanto o más que los protagonistas, hasta llegar sin decaer un solo momento al apoteósico final digno de una escritora de altura, como es Berna González Harbour.Empecé leyendo el tercer libro de la saga y me encantó. Alguien muy querido me recomendó el primero y creo que lo he terminado en tres dÃas, tal era mi pasión por saber lo que ocurrÃa, no sólo al final sino tras cada capÃtulo, porque cada apartado de Verano en rojo es un acontecimiento. ¿Cómo es posible? La autora no da respiro al lector. En otras novelas buscaba, normalmente y siempre que podÃa, el final de una sección para dejar la lectura; con ésta no ha sido posible, el término de un episodio va ya enlazado con otro anterior, posterior, del mismo personaje, de otro diferente, en el mismo escenario o con un cambio abrupto, pero nunca se pierde el hilo. Berna González es una maga de la escritura y consigue que nos situemos siempre. En ningún momento he debido volver atrás para recordar algo.Pues eso es lo que me ha vuelto a maravillar de esta escritora, su forma de contar la historia, una historia inclemente que, con lenguaje también duro, se lee sin herir sensibilidades aunque no quede en el tintero nada por contar, crueldades de la vida que retratan una sociedad totalmente actual, una sociedad podrida en muchos aspectos; González Harbour se ha atrevido y ha tocado uno de los intocables «Sólo Dios tiene el poder y la gloria de juzgar al hombre», ha denunciado a la Iglesia y sus incursiones en la pederastia, y ha abierto los ojos de muchos de nosotros al avisarnos de que una vÃctima presente puede convertirse en un asesino futuro.Verano en rojo es una novela negra pero al mismo tiempo una crónica policial puesto que el asunto que trata está, tristemente, de plena actualidad. La novela está basada en hechos ocurridos en el pasado, que a su vez se remontan a tiempos más remotos y hoy todavÃa forman un tema presente. La autora saca su lado periodÃstico para recopilar los datos más importantes que rodean a las dos muertes ocurridas al mismo tiempo en lugares diferentes, Madrid y Santander, dos muertes relacionadas con un pasaje bÃblico, «Entonces, los espÃritus impuros salieron del hombre y entraron en los cerdos [...] y todos los cerdos se ahogaron en el lago (San Marcos, 5)», con abusos a menores y, por supuesto, chantajes.El periodismo, el buen periodista, está presente y perfectamente retratado en Javier Luna, reportero que se introduce en un caso para profundizar en la noticia, contrastarla y tirar de lo que haga falta para denunciar. En el evento que nos ocupa encontramos en este tipo de periodismo un paralelismo absoluto con la labor policial; de hecho a veces no se distingue bien quién es quién «y ambos ahogados MarÃa comprobó una vez más que Luna tenÃa información ¿Tal vez se me escapa algo más, comisario Luna? SÃ. Que fueron al mismo campamento. Esta vez fue un golpe bajo, directo al estómago». Agradecemos que de vez en cuando nos recuerden que quedan periodistas cuyo fin es el trabajo bien hecho, que permanecen en el anonimato cuando en realidad son verdaderos héroes, reporteros que van siendo aplastados en nuestra sociedad por aquéllos que se conforman con sacar las miserias de supuestos famosos, que supuestamente no deberÃan de interesar a nadie y, sin embargo, ahà están, porque la mayorÃa es lo que pide (o lo que han obligado a que pida), la entrevista hueca que cuenta hasta lo más sucio de cada uno para que los critiquemos y pidamos más, demostrando lo morboso que puede llegar a ser el hombre, que detalla en ocasiones mezquindades suficientes para poder entrar en la cárcel aunque estén en lo más alto. Es el periodismo amarillo que se ha forjado cómodamente un hueco en nuestras vidas.Berna González echa mano asimismo de su vena literaria y nos muestra maravillosas descripciones de una precisión absoluta, por lo que las imágenes acuden a la mente sin esfuerzo «El cura de la familia. Aquel de los mechones lacios sobre la calva, que habÃa señalado al cielo para confiar en el regreso de Alejandro, como otros antes confiaron en el cielo para frenar el socialismo [...] El Padre Saturnino se dejaba caer por ahÃ, sin invitación alguna, y su madre se volvÃa loca para improvisar alguna comida más suculenta [...] Cuando alguna vez algún hermano que jugaba en la calle le veÃa llegar se lanzaba a correr... ¡Que viene el Padre Saturninooooo!... ese sacerdote viejo, de nariz y barbilla curvas, sotana negra y bastón, pariente de otros parientes».Verano en rojo es una historia cruda, vibrante, con todas las caracterÃsticas de la novela negra que, puede ser por la intervención periodÃstica o por bastantes expresiones lÃricas, se lee con facilidad. La complicada historia se convierte en un argumento sin complicaciones a pesar de que los narradores van cambiando, se traslada el tiempo de acción o varÃa el foco de atención; los personajes se van alternando junto a sus pensamientos, sus acciones y espacios «Pero eso era cuando aún sabÃa mantener el tipo [...] Cuando aún llegaba a tiempo de curar a los pacientes. Cuando un joven policÃa aún no habÃa desenfundado un arma para hacer algo muy distinto a lo que ella esperaba de él: introducir el cañón en su propia boca...»... Pues todo ello facilita que sigamos los pasos de Javier Luna, de la comisaria MarÃa Ruiz, del comisario Carlos Fuentes, de Tomás, Esteban y MartÃn. Todos trabajando unidos, a veces aunque no lo sepan ni ellos mismos, para realizar las pesquisas necesarias y resolver los asesinatos de Alejandro Sánchez y Samuel Gómez en condiciones algo inquietantes que se van transformando en macabras según nos vamos adentrando, para ir uniendo, al mismo tiempo, a los personajes con sus historias y su desgraciado final. Porque no hay nada más espeluznante que los actos de aquellos que se valen de la religión cualquiera para someter a los más débiles a sus impulsos, exigencias, neuras, o a sus instintos asesinos, sádicos o lujuriosos. Es la cara tenebrosa de la religión que tanto tiempo lleva saliendo a la luz pero, normalmente, de pasada. La autora manifiesta en Verano en rojo, de forma directa, lo que encontramos bajo algunas sotanas; bajo el aspecto melifluo y beatÃfico aparecen las ansias de poder esas que el Magistral FermÃn de Pas ya aportaba en 1884 en La Regenta, aparece el instinto lascivo y el criminal.La narración, a pesar de todos los cambios, fluye con naturalidad, con palabras precisas, sin aspavientos ni tabúes, incluso a veces con cierto toque de humor y siempre retratando con gran sensibilidad a todos los personajes; no encontramos superhéroes, aparecen personas normales, policÃas que pueden saltarse a la torera alguna ley porque la angustia y el celo al bienestar de las vÃctimas, a la justicia, puede más que cualquier otra cosa. Son policÃas pero ante todo son personas, como demuestran algunos de sus actos y las personificaciones que la autora realiza de sus pertenencias «Esteban encendió el enésimo cigarrillo con el anterior y se pasó otra vez la ley por donde solÃa al arrojar por la ventana la colilla encendida [...] El coche avanzaba sorteando obras y camiones con las sirenas al máximo, ya afónicas tras horas de presión».De esta forma podemos introducirnos en un tema durÃsimo, que probablemente no resistirÃamos en la vida real pero que aquÃ, en la ficción siempre nos mantiene alerta, con ganas de saber más. Una denuncia firme a esa Iglesia que confunde delito y pecado pensando que sólo Dios podrá perdonarlo «Limpiar, lavar, curar, volver a Dios ... Ese era el camino».Férrea acusación que se une a una llamada de atención para que la sociedad se dé cuenta de la violencia a la que están sometidos muchos ciudadanos, abusadores, maltratadores que han sido en su infancia vÃctimas de maltrato y de pederastia «pero el odio descarnado a la humanidad, o a cierta parte de la humanidad, empezó a revivir en su interior como una planta carnÃvora en un bosque tropical».
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