El ser humano es morboso por naturaleza, y los procesos sensacionalistas atraen la curiosidad de la gente con una especie de irresistible fascinación que nadie se preocupa en contrarrestar.
Le seduce la crÃtica, la maledicencia, los escándalos de todo tipo. Le satisface ver a un semejante en apuros -y aunque en la mayorÃa de los casos tiende su mano para sacarlo del atolladero en el momento crÃtico- siente una extraña atracción por cuanto signifique retruécano y laberinto.