«He alcanzado el último año del décimolustro, y me es útil, durante la pausa ideal sugerida a mi espÃritu por estafecha, mirar el camino recorrido y tratar de lanzar la mirada sobre el que meconvendrÃa recorrer en los años de trabajo que todavÃa me queden. Pero no escribiré unas confesiones,unos recuerdos, ni unas memorias de mi vida. ¿Quéescribiré, pues, si no escribo confesiones, recuerdos ni memorias? Intentaré,simplemente, esbozar la crÃtica y, por lo tanto, la historia de mà mismo, esdecir, la del trabajo con el que como otro individuo cualquiera he contribuidoa la tarea común: la historia de mi “vocación” o de mi “misión”. No se meescapa lo que estas palabras puedan tener de altisonante, pues no ignoro quetoda persona contribuye a la tarea común, toda persona tiene su propia vocacióno misión y puede hacer historia; asà que si sólo hubiese atendido a mis propiosasuntos y al gobierno de mi familia, o peor, llevado a cabo solamente la pocodigna misión del que se limita a “vivir la vida”, no estarÃa ahora por coger lapluma para hablar de mû.