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No hay una manera correcta de transitar por la vida, cada uno debe jugar las cartas que le tocan, la elección esta en arriesgarse o pasar. Los personajes de estos pequeño relatos se enfrentan a sus vidas de manera poco alentadora, hasta que cada uno, observa los mismos hechos rutinarios , de su pasado, de su presente con ojos diferentes, a veces resulta abrumador, como la carga que Yoshimoto imprime a cada circunstancia, a veces resulta acariciador, como el lenguaje en que están escritos Pero todos ellos tienen dos puntos en común, finales que no llegan, pues el relato los rebasa, y esas pequeñas conclusiones que están cargadas de esperanza. La vida es demasiado corta como para desperdiciarla en lamentaciones, cada relato es una oportunidad de construir con las piezas sueltas, con los fragmentos rescatados, cada uno tiene tensión, pero pesa más el amor , aunque no se manifieste de la forma más romántica, a veces solo es el deseo de perdurar, de continuar de pertenecer .el querer regresar. De verse reflejado en los ojos del otro, de nunca olvidarlo. de soslayar el pasado, o de recostarse a su lado ...y soñar el mismo sueño. O el dejarse llevar por la suave corriente de un río, al que indefectiblemente has de volver. encantador desasosiego. No se si eso es el amor, pero se le parece mucho.