En este libro aparecen unas personas que por las noches encienden un cañón láser y disparan a unos espejos que los astronautas dejaron hace cuarenta años en la Luna. Hay plátanos perdidos en estaciones espaciales, un patólogo que saca un pedazo del cerebro de Einstein de un bote de galletas y corta unas lonchas en su cocina y miles de sudaneses asustados porque sus penes se están encogiendo. Los fogonazos de Antonio MartÃnez Ron se leen con el entusiasmo con el que leÃamos las novelas de aventuras y exploraciones en la juventud, con una pasión que se va apagando con los años, cuando nos vamos poniendo demasiado adultos. El lector comprobará que es muy difÃcil terminar una de las historias de este libro y no empezar inmediatamente con la próxima.