En plena pubertad, a punto ya de ser un hombre, Tonio Treschi fue drogado y raptado con la complicidad de su familia y castrado cruelmente para que no perdiera la voz.
Guido Maffeo, cuando apenas era un niño —demasiado joven para protestar o para huir— habÃa sido vendido a los maestros de canto y «operado» también con fines artÃsticos.
Los dos eran castrati: sopranos masculinos cuya voz increÃble causaba la admiración de Europa. VivÃan como auténticos Ãdolos, deseados y cortejados lo mismo por hombres que por mujeres. Pero también sufrÃan el rechazo de muchos, que los miraban como si fuesen monstruos de feria. Tonio Treschi no olvidaba nunca la violencia que se habÃa ejercido sobre su cuerpo. Y su pensamiento permanente era cómo vengarseÂ…