¿Listos para una historia sobre la Regencia? Para ser sincera, aquÃ, lo convencional se desvanece un poco y lo profundo… bueno, eso te dejará boquiabierto. Pero ¿cómo llegamos a tales profundidades? Hagamos el recuento:
Encuentro Destinado: Adele, nuestra protagonista, no es de las que se cruzan de brazos. Cuando se topa con un escocés herido y misterioso, no duda en lanzarse al rescate. Caballerosidad en faldas, amigos. Propuesta Inesperada: Un barón inglés, no tan caballeroso pero bastante apuesto, Lord Ashford, decide que Adele es «la elegida». SÃ, le suelta la gran pregunta y ella… bueno, eso tendrás que descubrirlo. Choque de Titanes: Resulta que el herido escocés, al que llamaremos Balthair Chisholm (porque ese es su nombre), y el flamante prometido son BFFs. Pero cuando Ashford presenta a Adele, los fuegos artificiales explotan… y no precisamente de alegrÃa. Balthair no es fan de la unión y no tiene pelos en la lengua a la hora de expresarlo. Duelo de Ingenios: Cada vez que Balthair y Adele comparten escena, es como ver un torneo de esgrima verbal. Chispas, sarcasmo y un tira y afloja de dos mentes brillantes. De Promesa a Pesadilla: Ese compromiso soñado con el lord se tuerce en una vorágine de chismes y rumores y… cosas peores, muy peores, poniendo a Adele en la picota de la alta sociedad. Giro Inesperado: La salida de Adele a todo esto es acabar trabajando como institutriz para el mismÃsimo Balthair en Escocia, bajo su… ejem, atenta e intensa mirada. Las Noches Profundas: Y aquÃ, mis queridos lectores, es donde el tÃtulo cobra sentido. Escocia, un castillo, una institutriz y un laird escocés dominante y testarudo. Las noches se hacen largas, profundas y, definitivamente, interesantes.«[Â…] ?Tengo que reconocer que he leÃdo la novela llevado más por la curiosidad que por el interés ?comenta él, con una expresión indescifrable?. Y, bueno, no sabrÃa qué decir de él, excepto que no es la lectura que se esperarÃa de una institutriz.
Mi respuesta es inmediata y algo desafiante.
?¿Y de quién esperarÃa este tipo de lectura, señor Chisholm? Tengo que decir que no me sorprende su prejuicio y su condena.
Balthair se da la vuelta para enfrentarme, pareciendo ligeramente desconcertado.
?Se equivoca. No la estoy juzgando. Solo… no suponÃa que… Bueno, que estuviera interesada en las artes amatorias y la seducción.
SonrÃo con una mezcla de sarcasmo y desafÃo.
?¿Cree que por ser educadora y vestir con sobriedad no pienso en el sexo?
Balthair se ruboriza visiblemente y se muestra incómodo.
?Por Dios, señorita Harwood. No… No ponga esa palabra en sus labios. Haga el favor.
Repito la palabra de forma deliberada:
?Sexo ?repito y disfruto del visible malestar que le causo?. Es una parte natural de la vida, señor Chisholm. No veo por qué deberÃa evitarse el tema.[Â…]»