Una suave brisa movÃa las desnudas ramas de los árboles, el otoño llegaba a su fin. Los campos, estaban cubiertos por un manto de hojas doradas y el cielo empezaba a tener ese color plomizo tÃpico del invierno.Â
Suspiró, se alejó de la ventana y se acercó a la cama donde todavÃa dormÃa su esposo.Â
En ocasiones aun le resultaba extraño despertarse y encontrarlo a su lado, tan sólo unos meses atrás se habrÃa reÃdo de esa posibilidad, llegando a encontrarla ridÃcula.Â
Sonrió al pensar en la cara de sorpresa de su hermano cuando le dieron la noticia de la boda, el pobre no se habÃa dado cuenta de lo que estaba pasando delante de sus narices, en realidad nadie se lo esperaba.Â
Un pequeño escalofrÃo le recorrió la espalda y se cobijó bajo las mantas, eso hizo que él se despertara.Â