«Ante nuestros ojos vuelven a formarse capas sociales por no decir clases, una especie de aristocracia; no me refiero a la aristocracia del mérito y del valor personal, sino precisamente a la del pensamiento correcto, del conformismo, la cual en la generación siguiente, se convertirá en la aristocracia del dinero. [Â…] ¿Cómo no disgustarse ante el desprecio, o cuando menos la indiferencia, que los que están y se sienten del lado bueno manifiestan hacia los inferiores, los criados, los peones, los jornaleros, e iba a decir: los pobres? [Â…] Esta mentalidad pequeño burguesa que, me temo, tiende a desarrollarse allá es, a mi modo de ver, profunda y fundamentalmente contrarrevolucionaria. Pero lo que hoy dÃa se denomina contrarrevolucionario en la U.R.S.S., no es eso en absoluto. Es incluso poco más o menos lo contrario. El espÃritu que es tachado hoy de contrarrevolucionario, es aquel mismo espÃritu revolucionario, aquel fermento que empezó por hacer saltar los diques semipodridos del viejo mundo zarista [Â…] Lo que se pide hoy en dÃa es la aceptación, el conformismo. Lo que se pretende y exige, es la aprobación de todo lo que se está haciendo en la U.R.S.S. [Â…] Por otra parte, la mÃnima protesta, la mÃnima crÃtica, expuesta de por sà a las penas más graves, se ve además inmediatamente ahogada. Y dudo que en ningún otro paÃs hoy por hoy, ni siquiera en la Alemania de Hitler, exista espÃritu menos libre, más doblegado, más temeroso (aterrorizado), más avasallado».