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La crónica del viaje realizado hace ya veinte años por Ana Tortajada y sus dos acompañantes es una excelente forma de acercarnos a una de las realidades contemporáneas más complejas: la situación de Afganistán. Son muchas las personas, mujeres y hombres que nos abren la puerta de sus casas, de sus vidas, de sus historias, para hacer llegar un mensaje de emergencia al resto del mundo. Más allá del aspecto político que la autora se preocupa en contextualizar, están los que sobreviven cada día bajo el yugo fundamentalista o en los campos de refugiados de Pakistán. Y son precisamente ellas, las mujeres, las más castigadas siempre en cualquier conflicto de esta naturaleza, la voz de la resistencia.Escuelas clandestinas, asociaciones y grupos luchando contra viento y marea por la vida y la dignidad de mujeres y niñas, a las que se les ha despojado de todo. Voces que solo piden que se les escuche. Ana Tortajada sabe escuchar y creo que logra captar el mensaje de esperanza de un pueblo del que se enamora y al que accede gracias precisamente a ese amor y a esa admiración.El viaje de estas tres mujeres es impresionante. Se sufre con ellas, las acompañamos en el peligro, en la tristeza, en las dudas; pero también en las sonrisas, en la fraternidad, en la solidaridad y en todas aquellas cosas que nos unen.