Una secta de fanáticos, un cura renegado y un amor profundo.
Padre Roman Byrne
No me parezco en nada a los demás sacerdotes católicos. Ni soy frÃo como una piedra, ni está mi corazón libre de pecado, sino todo lo contrario. En lo más profundo de mi pecho rezuma el odio hacia quienes explotan a los más débiles, destruyen vidas y venden a niños como si fueran mercancÃa. Quizá por eso me excomulgaron de la Iglesia y me exiliaron.
Pero eso no me impedirá interponerme en el camino de quienes hacen cosas imperdonables. Sobre todo, cuando actúan bajo una supuesta fe.
Nada podrá poner en peligro mi misión divina, excepto ella, la preciosa y maltratada hija del lÃder de la secta a la que se me ha encomendado exorcizar.
Harper
Se me apareció hace muchos años en una visión que parecÃa más clara que la realidad misma. Desde entonces, siempre ha estado a mi lado. Cuando me castigaban, cuando me tenÃan cautiva y durante las noches en las que me agraciaba con sus atenciones en mis sueños. Deseé incontables veces que estuviera aquà de verdad, sólo para que me recibiese la amarga decepción una y otra vez. Pero ahora, en mi hora más oscura, ha aparecido aquà conmigo de repente. Dios me ha concedido el milagro que le pedÃ. A él.
Ha venido a salvarme, ¿no es as�
Pero ,entonces ¿por qué lo odio tanto?