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Poeta chileno de Alejandro Zambra

de Alejandro Zambra - Género: Otros
libro gratis Poeta chileno

Sinopsis

Durante buena parte de esta novela Gonzalo es un poetastro que quiere ser poeta y un padrastro que se comporta como si fuera el padre biológico de Vicente, un niño adicto a la comida para gatos que años más tarde se niega a estudiar en la universidad porque su sueño principal es convertirse —también— en poeta, a pesar de los consejos de Carla, su orgullosamente solitaria madre, y de León, un padre mediocre dedicado a coleccionar autitos de juguete.

El poderoso mito de la poesía chilena —un personaje secundario dice, aludiendo a los veredictos de la Academia Sueca, que los chilenos son bicampeones mundiales de poesía— es revisitado y cuestionado por Pru, una periodista gringa que se convierte en testigo accidental de ese esquivo e intenso mundo de héroes e impostores literarios.

«La verdadera seriedad es cómica», decía Nicanor Parra, y esta novela sobre poetas que desprecian las novelas lo demuestra brillantemente.

El laberinto masculino actual, los trágicos vaivenes del amor, las familias —o familiastras— fugaces, la omnipresente desconfianza en instituciones y autoridades, el deseo valiente y obcecado de pertenecer a una comunidad en parte imaginaria, el sentido de escribir y de leer en un mundo hostil que parece desmoronarse a toda velocidad… Son muchos los temas que este libro hermoso, contundente y desenfadado pone encima de la mesa.


Gonzalo, aspirante a poeta, mantiene una serie de encuentros y desencuentros afectivos con Carla, con cuyo hijo establecerá una singular conexión.Como bien indica el título, Zambra parte de la imagen que se tiene de Chile, como país de poetas por excelencia. Con dos premios Nobel, Pablo Neruda y Gabriela Mistral, los poetas en Chile tuvieron tiempos de gloria gran parte del siglo XX. Pero también hace referencia a las dificultades que se tienen hoy en día para vivir de la poesía, como irónicamente queda reflejado en el siguiente fragmento:Al final igual elige tres libros muy baratos de poetas que tienen quince o veinte años más que él, y que si fueran futbolistas en lugar de poetas serían considerados futbolistas acabados, ya al borde del retiro, pero como son poetas todo el mundo los sigue llamando poetas jóvenes, porque el ejercicio de la poesía no da dinero pero prolonga notablemente la juventud.En la obra destaca su afecto por la poesía ocupando el tema central, pero a su vez no descuidando el mundo cotidiano de las relaciones interpersonales. La narración generalmente está tamizada con humor, sin olvidar los sinsabores que la propia vida conlleva. Tomemos como ejemplo el intento de seducción de Gonzalo a Carla, sirviéndose de la creación poética, dando origen a unos fragmentos narrativos deliciosos:A Gonzalo no le quedó más remedio que apostarlo todo a la poesía: se encerró en su pieza y en tan solo cinco días se despachó cuarenta y dos sonetos, movido por la nerudiana esperanza de llegar a escribir algo tan extraordinariamente persuasivo que Carla ya no pudiera seguir rechazándolo. Por momentos olvidaba la tristeza; al menos por unos minutos primaba el ejercicio intelectual de arreglar un verso cojo o de atinarle a una rima. Pero a la alegría de una imagen a su juicio lograda le sucedía de inmediato la amargura del presente.Zambra inició su andadura de escritor con la poesía. Posteriormente seguiría otros caminos, pero sin olvidar esta faceta en ningún momento. En varios libros, de artículos y ensayos, como No Leer o Tema Libre, del que hablé aquí, hace alusión a su faceta de escritor y lector de poesías, homenajeando a poetas de su predilección.Y de estos poetas leídos por Zambra se da cumplida cuenta en el libro. El autor proyecta sus gustos en sus personajes ficcionales, de este modo Gonzalo expresa su entusiasmo por el poeta Gonzalo Millán, entre otros, apropiándose de sus poesías para deslumbrar a Carla, sabedor de que su propia creación poética adolece de la calidad necesaria, transposición de lo que el propio Zambra como autorreflexión puede pensar de su faceta poética. Nos deja de paso como regalo algunos de sus poemas preferidos de estos autores: Fingió que leía «Kamasutra», que era su poema favorito de Millán:Persistirá la cicatriz de la vacuna y el lunar del cuello y de la axila. Persistirán las marcas de tirantes tras los pechos y en la piel de la cintura, bajo el ombligo. Mas no la medialuna, el bocado del jabalí, la nube rota, la garra del tigre, el coral y la joya. Las amorosas huellas debidas al arte de mis dientes y mis uñas. Vicente es hijo de Carla y de su ex, León y por tanto hijastro de Gonzalo. El parentesco con Vicente, crea un estado de confusión en Gonzalo, sabedor de que hay unos fuertes vínculos, pero realmente no es su hijo natural: Pensaba que debería haberle dicho a la cajera que era el papá o el tío del niño o simplemente que no se metiera en asuntos ajenos. Pero hay que usar las palabras, matizó enseguida, buscando una nota ligera, o al menos liberadora. La palabra padrastro, la palabra hijastro son tan feas en español, pero hay que usarlas. Hay que usarlas o quizás inventar otras.En otros momentos estos parentescos dan lugar a hilarantes juegos de palabras:¿Por qué me dices así? preguntó Mirta, contrariada. Porque eres la mamá de mi padrastro, o sea que eres mi abuelastra respondió el niño. El padre de Gonzalo también salió a despedirlos. Chao, abuelastro dijo Vicente. Chao, nietastro respondió jovialmente el aludido. ¡Chao, familiastra! gritó Vicente desde la ventana del auto, a manera de despedida.El alejamiento de Gonzalo crea un resentimiento en el chico, pero la literatura, en concreto la poesía va a establecer una conexión entre ambos, donde el autor parece querer transmitirnos la capacidad que tiene la literatura para crear una complicidad entre sus practicantes, lectores y creadores.Como apunté con antelación, el mundo de los libros está muy presente en la obra. Las bibliotecas personales, las mudanzas y consiguientes reubicaciones de los libros o la iniciación a la lectura, se leen con particular interés. Cómo se inicia Vicente en la lectura de manera casual es algo que nos ha podido ocurrir a cualquiera de nosotros. En su traslado, Gonzalo se ha llevado sus libros, pero dos han quedado en un cuarto de trastos. Vicente descubre ambos libros de Emily Dickinson y Gonzalo Millán: Vicente hojeó primero el de Emily Dickinson pero no entendió mucho, y luego leyó algunos poemas del otro libro, el de Gonzalo Millán, que igualmente lo desconcertaron, aunque le dio risa que uno se llamara «Blaaammm!» (le dio risa el título, no el poema). Ese primer contacto configurará su interés futuro por la poesía.Comenzará a acopiarse de libros de sus abuelos, de León y algunos sueltos en casa, comenzando a crear una biblioteca muy sui generis en la mezcla, desembocando en un fragmento narrativo pleno de ironía no exento de realidad, pues dichas singulares bibliotecas pueden observarse en un amplio espectro de hogares:Aunque todas las bibliotecas personales, como todas las personas, miradas de cerca resultan muy extrañas, esa primera versión de la biblioteca de Vicente era especialmente desconcertante, porque junto a Millán y Dickinson comparecían novelas de fantasía como Luces del norte o El catalejo lacado o Un mago de Terramar, ejemplares de Selecciones del Readers Digest, Estadio, Rocktop, APSI, TV Grama, Fibra, Vanidades, La Bicicleta, Condorito, Barrabases y National Geographic, novelas de Hernán Rivera Letelier, Salman Rushdie, Agatha Christie y Lawrence Durrell, sesudos y aburridos manuales de Derecho, ensayos de Paul Johnson y Francis Fukuyama, y unos cuantos volúmenes de autoayuda, en una gama que iba desde bestsellers como Todo está en ti y Creer en lo imposible antes del desayuno hasta Shakespeare para managers y Me toco y me voy. Era difícil imaginarse los intereses del dueño de esa biblioteca, que parecía más bien una de esas eclécticas colecciones que surgen como por generación espontánea en las casas de playa o en los hoteles o en los basurales.La amistad con una compañera de clase, lectora, hará que Vicente aprecie más la poesía: Cuando Virginia se encontró con el libro de Emily Dickinson, al prestigio de la poesía se sumó el recuerdo del personaje Emily the Strange, que cuando chica le encantaba, y se echó en la cama a leer en silencio, y luego también leyó en voz alta este poema:El amor puede hacer todo salvo despertar a los muertos pero dudo hasta de eso de semejante gigante que se vislumbraría si la carne equivalierapero el amor cansado quiere dormir, y hambriento pastar y así favorecer el brillante vuelo hasta que se pierde de vista. No entiendo nada pero me encanta dijo Vicente, con sincero entusiasmo. Se nota que Emily estaba más triste que la chucha dijo Virginia. ¿En serio no la habías leído? Leí un par de poemas nomás, que no me gustaron, tal vez era todavía muy chico. Ya te dije que no he leído casi ninguno de estos libros, solamente los de fantasía y algunas historietas.Vicente al igual que nos ha ido ocurriendo a nosotros en nuestra trayectoria lectora, comienza a seleccionar los escritores y las lecturas, de ahí que se vuelvan a incluir en la obra, un buen numero de autores. Surge también en él la llama de la creación: Vicente ni siquiera había pensado en escribir poemas, pero una noche, en ese mismo cuartito, lo intentó. Ahora leía a Alejandra Pizarnik, a Blanca Varela (Carla había cumplido su promesa), a Enrique Lihn, a Carlos Cociña, a Fernando Pessoa y sobre todo a Rodrigo Lira, pero en el primer poema que escribió imitó más bien a Gonzalo Millán, que finalmente era su poeta más querido.Zambra en un guiño de complicidad a Roberto Bolaño, plantea una parte del libro como un homenaje a Los Detectives Salvajes, a través de una reportera americana: Vamos a descubrir a un montón de detectives salvajes dice Gregg, previsualizando el artículo impreso en la revista, mucho más entusiasmado que Pru.Pru, la reportera, en un principio escéptica en torno al reportaje, modificará su actitud a medida que se va introduciendo en el ambiente bohemio, gracias a Vicente y su amigo Pato. Cual Ulises Lima y Arturo Belano, emulando la obra capital de Bolaño, grabadora en mano se lanzará a entrevistar a una variopinta galería de personajes; teniendo lugar escenas que harán las delicias de los condicionales del insustituible escritor homenajeado: Por la tarde entrevista a Carmen Frías, una mujer de sesenta años que se describe a sí misma como poeta-sanadora. La conversación tiene lugar en un pequeño taller en Bellavista que ella llama mi consulta, donde no hay sofás ni nada parecido, sino numerosos cojines bordados con palabras sanadoras. Pru se sienta en la palabra «pespunte» y como está un poco incómoda agrega un cojín con la palabra «heredad».Con un estilo claro, sin descuidar las formas y aplicando la jerga coloquial y modismos de la lengua chilena, Zambra ha confeccionado un libro en el que podemos distinguir los pasos de su querido Vila-Matas; al desarrollar una miscelánea de géneros. Partiendo de la novela ficcional, introduce el ensayo y la crónica, dejando traslucir su propio mal de Montano, es decir, su enfermedad por la literatura, donde no duda en mostrarnos sus preferencias a través de sus personajes. Nos habla de las dificultades en las relaciones, de los cambios en las diferentes etapas de la vida, de los fracasos; del paso del tiempo. Pero también nos habla de la difícil subsistencia actual dentro del mundo de la creación literaria, con especial incidencia en la poesía.Editorial: Anagrama, Edición 2020 Colección: Narrativas Hispánicas Enlace: https://www.offthehook.es/20..
Me gustó un buen la relación de los dos poetas chilenos principales: la sentí tanto, pero tanto tanto. Yo no sé que tiene Zambra que aunque no cuente algo triste triste me hace sentir triste, con el corazón apachurrado y aún así... El disfrute! Me gustó también que presenta una historia hecha de anécdotas, de recuerdos dichos, con su forma tan de él de narrar y de despertar el interés y de hacerlas sentir cercanas. De la misma manera me gusta muchísimo como los detalles lucen y marcan para casi explicar por completo la vida. No sé, es una sensación muy específica que me cuesta tan solo empezar a describir pero que sigo encontrando en lo que leo de este autor. A parte me he acostumbrado ha esperar de sus historias que algo malo pase, que parece que ya casi llega y no. Y se te olvida pero regresa la sensación una y otra vez, hasta que pasa, y luego todo sigue... Me gustó igual como metió el panorama Chileno, una cultura e historia que yo alcanzo a reconocer, apreciar e identificar mejor, construir a partir de ahí mi propia imágen. Y de la mano de eso, cómo nos suple de un personaje que entiende los cambios de la sociedad no con condescendencia sino realmente interiorizando el cambio, captando el reajuste que ciertos temas provocan en una persona de a pie, agradeciéndolos a veces y luchandolos en otras. Un gran acierto que no se sienta como un formilario que debía llenar para que le dieran a su novela su estampa de actual. O eso creo, eso espero. De ésta y de las otras novelas que he leído de este señor, de verdad me encanta su forma de condensar la vida en fragmentos que de tan reales y cotidianos, se me antojan crudos y crueles, porque como la vida: se terminan. Algo pasa que impide que la línea continúe. Nuestra incapacidad de permanecer en los lugares buenos y nuestra capacidad también de irnos de los lugares malos aunque irremediablemente se haga un revoltijo entre una y otra. Además, me gusta como podemos sentir la vida desde distintas pieles, Gonzalo, Vicente, Carla, Pru, León... todos encuentran un espacio para abrirse y reflejarnos. Me encantó que la novela tiene esta manera de compartirnos lecturas, recomendarnos poemas y poetas de la forma más natural. Otros libros tratan de hacer lo mismo, pero no lo consiguen. Y Poeta chileno sí. Porque hay una combinación de lo conocido con lo nuevo que hace que se complementen y se exalten unos a otros. Y porque tampoco lo hace como esto es lo mejor porque me gusta a mí escritor. Sino que pasa por el filtro del personaje, un personaje creíble. Reconocemos las diversas relaciones que todos los personajes importantes o no, tienen con la literatura, los libros, la escritura, aunque no sean como las nuestras.Y bueno, justo el tema central, los poetas de Chile, me agradó que tomaran importancia y se les mirara a través de un lente tan externo como yo lectora. Les da una importancia velada del tipo: no había reparado en tu existencia, pero a la vez te reconozco o te intuyo y que bueno que vengas a aclarar mis sospechas. A mí me pareció un hilo muy útil para unir ambos tramos de la historia.Me pasó por ejemplo que cuando se menciona que Vicente no tenía mucha esperanza en la biblioteca de su escuela y lo sorprende para bien, o el reconocimiento de que es bien difícil regalar libros que no digan mucho de ti o que no agredan(?) al destinatario. O las razones tan extrañas por las que inicia una colección personal de libros, o la albitrariedad con la que escogemos nuestros primeros acompañantes serios (libros). Todo muy real.Las novelas de Alejandro Zambra son de despedidas y no importa cuántas páginas le agregue siempre deja la sensación de que falta, (aunque claro que no), es un genio? en darnos lo justo.
Fue así como, mucho antes de aficionarse a la poesía y convertirse en un lector voraz, Vicente se volvió un acumulador de libros. Apenas tenía algo de plata iba al Persa Bío-Bío y compraba libros como si fueran manzanas o sandías, aunque la comparación no es buena....Realmente no sé como abordar esta reseña porque es una novela tan personal, tan deslumbrante y tan llena de libros, que me ha dejado muy sorprendida. No conocía a Alejandro Zambra y llegué hasta esta novela por la recomendación de un amigo, y en cuanto me puse con ella la verdad es que ya no podía parar. Es una novela que tiene vida propía, fluye casi por si misma como si llevara al lector de la mano corriendo casi sin respiro hasta el final de sus páginas. Lo que más me ha deslumbrado quizás haya sido toda esa amalgama de temas que trata casi sin darte cuenta.Por una parte el concepto de familia del que habla Zambra, especialmente desde el punto de vista de la paternidad, y ya aquí me fascinó porque estamos tan acostumbrados a que la sea la maternidad la madre del cordero, el centro del universo, que la reflexión que hace Zambra en torno a un padre que se siente padre por los cuatro costados solo por haber sido padrastro de un niño por unos pocos años, me llegó al alma.Pero hay que usar las palabras. Aunque no nos gusten. La palabra padrastro suena fea, pero es la palabra que tenemos. Hay otras lenguas donde la palabra es más bonita.Y por otra parte el tema de la poesía, la literatura en definitiva, del que rebosa esta novela por todos los poros. Continuamente se esta hablando de libros, de autores, de poetas, qué maravilla porque te dan ganas de leerte todas las referencias (incluida La Montaña Mágica, una novela que siempre me dió miedo) Aunque todas las bibliotecas personales, como todas las personas, miradas de cerca resultan muy extrañas, esa primera versión de la biblioteca de Vicente era especialmente desconcertante porque junto a Millán y Dickinson comparecían novelas de fantasía como Luces del Norte o El Catalejo Lacado o Un Mago de Terramar (...) Salman Rushdie, Agatha Christie y Lawrence Durrell...La novela está dividida en cuatro partes, que marcan las diferentes etapas en la vida de sus personajes: Obra temprana, donde conocemos a los adolescentes Gonzalo, aspirante a poeta, y Carla, y sus primeros escarceos en el amor; Familiastra, donde Gonzalo ya adulto se reencuentra con Carla y se van a vivir juntos, es en esta etapa donde conoce al hijo de seis años de Carla, Vicente y se convierte en su padrastro; Poetry in Motion, seguimos las andanzas de Vicente que con 18 años empieza a obsesionarse por la poesía y los libros, y finalmente Parque del Recuerdo, una última parte que es una maravilla por todo lo que transmite y que no voy a resumir para no spoilear.¿Y hay alguien en Valparaiso que no sea poeta?Alejandro Zambra construye una novela divertida, fresca, con un ritmo que es un prodigio a la hora de ensamblar una historia tras otra, sin que la atención del lector decaíga por ningún momento. Es quizás una de las novelas que más he disfrutado este año, una absoluta maravilla por todo lo que transmite en su amor por la literatura, por la poesía, y por los libros como obsesión.Ninguna palabra española terminada con el sufijo astro significaba o podía significar más que desprecio o ilegitimidad. El calamitoso sufijo astro -forma sustantivos con significado despectivo- decía la RAE: musicastro, politicastro. La misma fuente definía la palabra poetastro como -mal poeta-. -¿A qué se dedica tu padrastro? -Mi padrastro es un poetastro -imaginó a Vicente respondiendo a eso. Enlace: https://kansasbooks.blogspot..
Poeta chileno (2020) es la primera novela « gruesa » que leo del escritor con 420 páginas, que necesitó dos años de escritura en Mexico donde reside. Y una sorpresa, esta vez no se puede hablar de estilo minimalista, sino de un estilo bien fornido donde me molestó la grosería del lenguaje por momentos. Es vox populi que los chilenos hablan muy mal, pero aquí se habla bien lexicalmente aunque con grosería. Ô TEMPS Ô MORES.La portada es sorprendente, se trata de la gata Oscuridad, todo un personaje y con una preciosa historia en el libro. Una gata con dos colmillos enormes que le daban este aspecto algo inquietante. La temporalidad de la historia va de los años 90, a los años 2000 y a una época reciente.La primera parte del libro está consagrada a Gonzalo Rojas, un postulante a poeta en un país donde sobre abundan (y que tiene el récord de dos premios Nobel de Poesía). Gonzalo tuvo una novia (polola) hoy en día separada con un hijo. Volverán a juntarse al cabo de nueve años y Gonzalo será un verdadero padre/padrastro para Vicente, el hijo de Carla. Pasan los años y Gonzalo queda definitivamente catalogado como poeta cuando logra publicar una colección de poemas a cuenta de autor y lo dedica a Carla y Vicente. Casi al mismo tiempo logra obtener una beca literaria para Nueva York pensando que podrían partir todos juntos, pero Carla decide borrarlo de su vida. Es una traición terrible para Vicente porque la verdad es que Gonzalo se preocupa de él, lo que no hace el padre génético. Durante la convivencia con Carla surge la anécdota con la gata Oscuridad que es el amor de Vicente; es una anécdota bastante trágica que se traducirá por una franca perturbación psicológica en Vicente. El poeta Gonzalo Rojas se buscó, como buen poeta, un pseudónimo; publicó como Rogelio González. Partirá solo a Nueva York y quedará feliz con su formación académica. Cuando vuelve a Chile, al cabo de unos años Vicente es un joven de 18 años que no quiere ir a la universidad, sino ser poeta. Gonzalo no ha mantenido contacto con él durante años y se van a encontrar en una librería de Santiago. Ambos van a entablar una linda relación de iguales, teniendo tema de sobra para compartir y fomentar una sólida relación de camaradería.Vicente tuvo una corta relación con una norteamericana, Pru, bastante mayor, periodista cultural en Nueva York y que va a Chile para escribir algo que suene típicamente chileno. Entre los temas que captan su atención podría ser el de los perros callejeros que sobre abundan en Chile, o el tema del supuesto asesinato del vate Neruda. Pero al contacto de Vicente, descubre el mundo de los poetas chilenos y escribirá un buen ensayo, lleno de disquisiciones divertidas.Hay mucho humor en la novela, a veces es un humor triste.El tema de la poesía y de sus poetas, domina el relato, pero hay otros temas abordados ampliamente, como el tema de la paternidad : el vínculo entre padrastro e hijastro (Gonzalo y Vicente), o el de Gonzalo con su padre, o el de Gonzalo con su abuelo materno (que él llama « el chucheta« , un patriarca que ha sembrado hijos en todo Santiago), o el de Vicente con su padre biológico.Una buena novela escrita en el extranjero; quizás la nostalgia lo impulsó a escribir de manera por momentos grosera y siempre muy coloquial-chilena. Tenemos a los dos Zambra en este volumen, al Zambra poeta y al Zambra narrador. Ambos saben lo que hacen y conocen mucho. Enlace: https://pasiondelalectura.wo..