En la Edad Media, se creÃa que la locura era la consecuencia del crecimiento de protuberancias o tumores que sobresalÃan de la frente: dos cuernos retorcidos, quizás, que expresaban el infierno interior del desvarÃo. Fue un tema recurrente en la literatura de la época, asà como para inspiración de artistas que intentaron comprender la locura a través de esa inquietante imagen.
Quizás por ese motivo, Alejandra Pizarnik también soñó con la piedra de la locura para construir una imagen de su dolor. Niña eterna de infancia asesinada, como se llamó a sà misma muchas veces, comprendió la poesÃa como un arma para abrirse paso a través de los velos interminables de su propia angustia existencial. Toda su obra canta sobre la desgarradura, la pérdida del paraÃso de la inocencia y más allá, esa visión de la locura como solaz, como perdida de todo sentido más allá del de mirar un reflejo deformado de si misma. Y es que el dolor de la poeta, se manifiesta en esa furia radiante, en esa insoslayable necesidad de construir su propia voz a través de una herida espiritual siempre abierta.