Durante mucho tiempo, estuve dedicado al desarrollo de un proyecto para demostrar que las novelas se podÃan trasladar a cualquier idioma. En plena época de la aviació, elaboré este proyecto de las novelas como múltiplos. De modo que sÃ, al pasar del esquimal al inglés, o del inglés al japonés, habrÃa cambios, pero éstos serÃan irrelevantes en cuanto a la cuestió básica de la calidad: no disminuirÃan el valor de esa novela en la historia de su arte. Sin embargo, esta primera versió básicamente confinaba el proyecto a oraciones mientras que una novela, obviamente, es algo mucho más grande que una oració. Y si bien este hecho no es ninguna novedad, provocó que me comenzara a preguntar si la novela no serÃa algo mucho más extraño de lo que habÃa pensado en primer lugar. Asà pues, comencé a pensar que este proyecto necesitaba una filosofÃa menos convencional y más exhaustiva. Necesitaba centrarme en la destartalada extensió de las composiciones más puras. Y es que hasta una composició única, estaba descubriendo, era un múltiplo. Este proyecto era, sin embargo, utópico: pretendÃa ser una plataforma para colectivos. Lo cual querÃa decir que necesitaba considerar las implicaciones de un último elemento: el lector ausente y múltiple.