Burt Aldrich succionó repetidamente el largo cigarro.
Exhaló una bocanada de humo reclinándose en el sillón giratorio.
—¿Por qué vuelve aquÃ, Williams?
Charles Williams esbozó una tÃmida sonrisa.
Era un individuo joven. De unos treinta a treinta y cinco años de edad. Pelo negro cuidadosamente peinado. Pálidas facciones. Los ojos protegidos por lentes de miope. VestÃa pulcramente. Incluso en aquel agotador dÃa anudaba la camisa con una corbata de seda.
—Usted es el más importante editor de cómics de California, señor Aldrich.
El halago no pareció complicar a Burt Aldrich.