La vÃa férrea pasaba a pocos metros de la arena de la playa. Desde allà podÃa oÃrse perfectamente el rumor de las olas. Cerca estaba Mandristton, con sus pocos habitantes y su escasa importancia. Donde bastante a menudo surgÃa la niebla. Donde casi siempre habÃa humedad. No era un lugar agradable. Amanda hubiera deseado irse de allÃ. Pero ¿adónde ir? Ese pensamiento le asustaba, le acobardaba, y le hacÃa quedarse quieta, como esperando algo, algo importante que en realidad no llegaba. Amanda tenÃa los cabellos negros, muy negros, y los ojos verdes como esmeraldas. Su silueta era perfecta.