¡Pero qué horripilante y dantesco resultaba aquel espectáculo! ¡Qué pavoroso…!
Sobre una mesa de operaciones, cerca de un armario de metal y cristal donde se veÃa instrumental médico, estaba la muchachaÂ… despellejada. ¡Despellejada de una sola pieza!
Y la «pieza» sacada de su cuerpo estaba sobre otra mesa de operaciones, esmeradamente puesta, cuidadosamente colocada, para que no se estropeara. Para que no diera de sÃ, ni encogiese. Como si se tratara de una ropa recién lavadaÂ…
El cuerpo de la muchacha era carne viva por todos los lados. Sólo le quedaban los cabellos y los ojos, desorbitadamente abiertos. Y aquel montón de carne sangrante permanecÃa rÃgido. DebÃa estar muerta hacÃa ya muchas horas.