«Apreciado amigo:
Estoy tan asustado por las extrañas circunstancias que me rodean, que no sé ciertamente cómo reaccionar.
Tú siempre has sido muy distinto a mí, desenvuelto, decidido, valiente, por lo que humildemente requiero tu ayuda en nombre de la amistad que nos une desde hace tantos años, desde que éramos jóvenes.
Discúlpame el atrevimiento de dirigirme a ti, pero no tengo a nadie más a quien recurrir.
No creas que exagero al estar asustado. Los motivos, verdaderamente, me sobran.
¿No es para erizar los caballos, dormirse pero saberse despierto, e ir a parar cada noche a una gruta y de allí a un tesoro fastuoso, que luego, al día siguiente, al dejar el lecho, no sabes dónde hallar
?
Ven pronto, por favor.
Presiento que la muerte, una muerte guiada, premeditada, cerebral, asoma sus garras por entre las cuatro paredes de esta casa.
Peter Molkan»