La vida acabará siendo un tormento para ti. A gritos me pedirás morir.
Pero Davina jamás le pidió eso a su marido. Sin embargo, en más de una ocasión había de decir:
Esto no acabará así
Esto no acabara así
Su sirvienta de más confianza, cuando Davina hubo muerto y estuvo ya enterrada en el cercano cementerio de Waldenmassey, explicó:
Si mi señora llevaba tapada la amputación de su brazo, no, no era porque le faltara la mano. No era por eso
¡Era porque la mano le había crecido! Bueno, en lugar de mano le había crecido una garra
Como si fuera un león, o un tigre, o un leopardo
Pero nadie, claro está, se creyó lo que dijo la sirvienta.
¿Cómo iba alguien a creerse semejante cosa?
Por descontado que no.
Sin embargo, pocos meses después murió a zarpazos y en la localidad de Waldenmassey no había fieras el que años atrás fuera el amante de Davina, el que, al verse descubierto, había huido pensando solo en sí mismo.
Y también murió, de igual forma, a zarpazos, Roger de Andrewstton.