Una orgÃa macabra de esperpentos patrios y necropolÃtica através de nuestra historia, comienza con el desastre de Cuba, la pérdida de lascolonias, la literatura criminal (una orgÃa de sangre en papel) y la guerra de
Marruecos, todo un bautismo de fuego legionario y nacionalismo militante quepronto dará paso a los grupos de asalto paramilitares tanto fascistas comoultracatólicos (algunos con el lema «Quien no está conmigo, está contra mû) ytradicionalistas. Tuvimos imitadores del fascio italiano, como Ramiro Ledesma ysu lema con mucha y rica documentación visual, a través de nuestra historia yque «No parar hasta conquistar», o el matonismo de Onésimo redondo, quedesarrollaron una estrategia de terror callejero y fascinación por la milicia,el puñal y la futurista «guerra como higiene del mundo». Nos quedaba, eso sÃ, laantigua colonia de Guinea, donde también protagonizamos otro capÃtulo más deesperpento patrio con los «falangistas morenos» y el sueño de ser lo que ya noéramos. El franquismo y la muerte convivieron tan de cerca que la dictadura fueun alarde de necropolÃtica y exaltación de los «caÃdos», marchas nocturnas, «liturgiasde fuego» y hasta «DÃa del Dolor». Pasen y vean. Lo sabemos, corta la respiración, pero ya vasiendo hora de encontrarnos con aquello que fuimos y que quizás aún somos.