Los pasillos estaban llenos de humo y se olÃa a metal derretido, ropas y carne quemada. El oficial Prakol corrÃa por ellos, dando tumbos y agarrándose a los asideros de la pared. TosÃa y tenÃa los ojos enrojecidos. ParecÃa que nunca iba a llegar al puente de mando, y no sabÃa si iba a encontrarlo aún en servicio. Desde hacÃa unos minutos todo el sistema de comunicación interna se habÃa interrumpido y en las torretas se carecÃa de toda información del almirante.