Al principio Caronte se habÃa extrañado de que el Regente mantuviese con él tantas conversaciones a solas, sin ningún guardaespaldas a la vista. Luego sabrÃa que al otro lado de la habitación donde se encontraban siempre habÃa varios que le apuntaban con sus armas a través de huecos disimulados en la decoración de las paredes